¿Conocéis la sensación de tener el estómago en un puño antes de subir a una montaña rusa? Emoción, adrenalina, un poco de miedo a lo desconocido, un poco de locura al desafiar nuestros propios límites… Y para los que no se suben a una montaña rusa, ¡imaginad tiraros con un paracaídas, o hacer bunjee jumping o coger un avión por primera vez!
Eso, yo diría que esta metáfora exprime bien mis sentimientos al afrontar mi primer viaje de trabajo en Aton (y un poco todos los nuevos desafíos y aventuras, ¡incluídos los siguientes viajes)! Ha sido una bonita “aventura”, intensa, laboriosa, pero que me ha aportado mucho, tanto en términos profesionales como humanos.
Pero empecemos por el principio…
Mi primer viaje de trabajo con Aton fue a España como formadora. He sido la primera del grupo a partir con este nuevo proyecto y, obviamente, en base a la ley de Murphy “todo lo que podía salir mal, salió mal”: viajes interminables, retrasos, trenes perdimos, blackouts ¡y todo lo que os podáis imaginar!
A pesar de todo, no perdí la confianza, mejor dicho, afronté todas las situaciones con el entusiasmo y la determinación de ponerme a la prueba.
“Todo lo que necesitas es fe, confianza y un pellizco de polvo de hadas”
En Aton sabemos que un training concienzudo es fundamental para obtener las mejores prestaciones, así que nos aseguramos de que los operadores de nuestros clientes estén siempre actualizados por lo que respecta a la tecnología, la operatividad y la seguridad de nuestras soluziones. Una vez que la solución está lista para su empleo, nos aseguramos de que también los operadores que la usarán estén preparados y sean capaces de sacarle el máximo partido, gracias a una formación personalizada que va desde las presentaciones de base al mantenimiento técnico avanzado.
Poco después vino un segundo viaje, esta vez a Alemania, para una intervención de instalación técnica… Eh sí, ¡también nosotros de vez en cuando “metemos las manos en la masa” y nos ponemos a conectar cables y dispositivos para que todo funcione!
Hay entre nosotros quien tiene una larga experiencia en instalaciones y en poner en servicio sistemas en todos los sectores del mercado: guía y coordina todos los pasos necesarios para la instalación y proporciona atenta y completa formación del personal que utilizará nuestras soluciones.
En ambas experiencias he palpado la confianza de los clientes, en sus caras se veía la expresión de quien sabe que está en buenas manos. Ha sido bonito ver de persona a aquéllos con los que hablamos al teléfono casi a diario, un poco como “volver a encontrarse”, porque es como si nos conociéramos ya.
La riqueza de poder hacer viajes de trabajo para encontrar al cliente implica beneficios tanto para nosotros, para el team, como para el mismo cliente: se aumenta la confianza y la sinergía recíproca, se aprende mucho de la experiencia en el campo y se sientan las bases de una relación duradera.
¡Hasta la próxima aventura! 😉