¿Qué es lo que empuja a un retailer a adoptar esta tecnología? ¿Y qué le frena?
Empezamos por los números: en el 2018 Accenture publicó un estudio basado en un sondeo de Kurt Salmon Associates, que había entrevistado a 110 dirigentes globales del sector retail.
Resultados sorprendentes, pero no demasiado para quien conoce el sector: el 69% de los entrevistados citó un nivel significativo de adopción de la tecnología RFID. Una primera respuesta la tenemos ya: el aumento de los casos a nivel mundial convence mucho más a los distintos competidores que cualquier otro dato de rentabilidad de la inversión. Pero no basta esto, hay otros puntos en la top chart de las motivaciones para adoptar este sistema:
Multicanal
El 85% de los retailers entrevistados ofrece por lo menos un método de compra multicanal a sus clientes y los mayores costes de gestión los produce sobre todo la organización de los envíos, especialmente cuando los almacenes están muy distantes entre sí. Parece una cosa sin importancia, pero fragmentar los envíos tiene un coste enorme, aumentado exponencialmente por las devoluciones gratuitas. Ahora bien, el RFID encuentra una de sus máximas expresiones exactamente en la monitorización constante de las existencias. Saber siempre dónde se encuentran mis productos me permite pasar esta preciosísima información al cliente: “Estimado cliente, controla desde tu casa si el producto que deseas se encuentra en tal tienda, o bien pídelo online y retíralo donde prefieras”.
Recordaré siempre esta frase como un mantra: “Un artículo que no se expone es una venta que se pierde”. Una pena, ¡el sistema RFID te habría avisado a tiempo, querido Store Manager!
Customer Experience
Directamente conectado con el punto anterior, el RFID está ayudando a los retailers a combatir contra los caballeros de la venta online. Es paradójico, porque ellos mismos se han tenido que transformar como sus propios “enemigos”, pero de manera diferente, haciendo que la venta tradicional se convierta en una especie de realidad aumentada de la compra. Estratos de información extra enriquecen nuestras adquisiciones, sólo con la ayuda de una pequeña etiqueta electrónica. Y no nos dejemos engañar por las cajas súper rápidas donde los dependientes lanzan literalmente nuestros artículos deportivos a mágicas cestas. Ésa es la cosa más simple e inmediata, pero entre bastidores hay sistemas complejos que controlan el flujo de vida de mi artículo desde su producción hasta la venta, garantizando incluso su autenticidad.
Existencias e inventarios
Quizás sea el aspecto más complejo pero, a la vez, el más espectacular, el famoso precio que la entrada vale. ¿Habéis visto alguna vez un Store Manager que observa por primera vez el stock de su tienda en tiempo real, sin tener que esperar a aproximativos reports nocturnos? Tiene una cara de felicidad absoluta. ¿Y los dependientes que se ocupan del replenishment sin tener que contar las prendas una a una y sin tener que dar vueltas y más vueltas por el almacén? ¡Rejuvenecen 5 años! Por no mencionar los niveles más altos donde, gracias a la BI, la monitorización de las ventas, existencias y transferencias es mucho más inmediata.
Una nota por lo que respecta a la exactitud del dato antes y después del RFID. Pasamos de una media del 60% hasta puntas del 98%. Esto significa saber siempre cuántas prendas tengo en el punto de venta, cuántas de ellas están expuestas y cuántas en reserva. Significa no tener que poner personas a “disparar” códigos de barras durante días, o tener que decidir inventariar sólo parte de mis artículos, haciendo que mi ERP tenga que optar por proyecciones aproximativas.
Y bien, parece que todo esto no baste, por desgracia sobre todo en Europa, a la cola en la clasificación de los RFID retail lovers. Somos los que rebajamos los porcentajes citados anteriormente: para entendernos, estamos en un 30% de adopción del sistema, frente al 92% de los Estados Unidos. Amplios márgenes de crecimiento por tanto, pero sobre todo un gran trabajo de convencimiento en el horizonte, con el ROI en la mano.