Un lunes cualquiera:
todo antes de la comida.
Hoy en día, la figura del diseñador dentro de las empresas digitales es cada vez más solicitada, reconocida y valorada. Pero ¿cómo consigue un diseñador integrarse en un entorno tan cambiante, aunque con una larga trayectoria empresarial a sus espaldas, en una era de necesidades siempre diferentes, sin perderse?
Os puedo contar un poco cómo funciona en Aton, con un manualito medio en serio que espero pueda ser útil a quien quiera, como yo, sobrevivir al enésimo “La build no builda” sin perder de vista su misión (os quiero devs que leéis ❤).
Cada producto que se cruza con el diseñador en su jornada laboral tiene su propia peculiaridad: permite ser estudiado y analizado planteando el mayor número de preguntas posible; así, a medida que crece la solución, también podrá crecer profesionalmente.
Tendrá que observar, poner en práctica lo que ha aprendido, visto y leído en proyectos anteriores con una mirada crítica. Sin dejar nunca de preguntarse: “¿por qué es así?”.
Variar entre proyectos permite crecer junto a ellos, aprendiendo a conocer cómo están hechos los principales productos y buscando ideas e inspiración en lo que ya funciona. La visión, aunque creativa, debe estar centrada en el objetivo del producto, en su crecimiento y en el público al que se dirige. La buena noticia es que muchas veces no hace falta inventar nada: los patrones ya existen, solo hay que adaptarlos a otro contexto o ponerlos bajo una luz diferente.
Nota al margen: No pierdas de vista tu objetivo.
Pon en la misma sala a un comercial, a un técnico y a un creativo, y seguro que uno de ellos saldrá diciendo: “no se puede hacer”. Entonces, ¿cómo podemos apuntar a las estrellas? Basta con hablar el mismo idioma.
La clave para no salir magullados del choque con la realidad está hecha de: paciencia, una pizca de adaptación y reglas claras de interacción.
Involucrar desde el principio a todos los stakeholders que van a contribuir al proyecto es esencial para una mejor comunicación y comprensión de todas las perspectivas y de las limitaciones a tener en cuenta, incluso antes de lanzar el tan soñado mockup.
Objetivos y plazos claros para todos, reuniones breves y programadas, pueden hacer que la colaboración se perciba como algo más sencillo y valioso.
Nota al margen: No se llega a ninguna parte sin apertura al diálogo para recibir feedback y preguntas.
No en el sentido de un KO técnico, sino de hacerlo lo más completo y real posible.
Cada mañana un/a diseñador/a se despierta sabiendo que tendrá que diseñar más rápido que los cambios de urgencias entre los distintos equipos, y rescatar funcionalidades que habían quedado en stand by para darles nueva vida.
Hacer mockups detallados, una documentación sólida y prototipos interactivos lo hace todo más real y eficaz.
Invertir el tiempo necesario para disipar dudas e imprevistos que podrían surgir más adelante debe ser la prioridad. Sin ceder a la prisa ni al famoso “de momento lo sacamos así”.
Responde a la mayoría de las dudas y objeciones, ayuda a visualizar el producto final y a comprender el resultado esperado.
Nota al margen: Si no lo dibujas, dejas espacio a interpretaciones… que no siempre nos gustan.
Por mucho que sea buena contradiciéndome y cambiando de idea sobre las cosas, el design system seguirá siendo de las pocas certezas en la vida, a las que debo adaptarme a pesar de mi alma creativa (siento a consultores y colegas emocionados al leer estas líneas).
Hay que mantenerlo, cuidarlo y seguirlo lo más posible al pie de la letra para crear consistencia y hacer que la solución sea más coherente y user friendly. Trabajar en equipo utilizando la misma base de componentes y reglas hace que el resultado final sea más eficiente y eficaz, además de dejarnos a todos más contentos.
Ahora que la transformación digital es tanto output como input de los proyectos, los sueños de los diseñadores, para hacerse realidad, necesitan de todos los equipos de desarrollo… y de alguna que otra pausa para el café.
¿Cuántas veces hemos tenido una intuición justo cuando nos hemos desconectado del problema? ¿O hablando de otra cosa, escuchando las historias de otros compañeros?
La colaboración es fundamental, tanto como una buena dosis de organización y las pausas de café compartidas con equipos distintos.
Cuestionarse y mantener la curiosidad, incluso saliendo de la zona de confort, ¡conduce a resultados sorprendentes!