El GLP representa una solución transitoria eficaz en la reducción de las emisiones contaminantes. Menos perjudicial que el carbón y la leña, este combustible ofrece una respuesta inmediata a los desafíos medioambientales mientras se avanza hacia una transición completa a las energías renovables.
En el mundo sigue siendo muy extendido el uso de carbón y leña, especialmente en los países de ingresos bajos y medios.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta 2,4 mil millones de personas utilizan todavía biomasa sólida como leña, residuos agrícolas y carbón vegetal para cocinar y calentarse. La mayoría de estas personas vive en Asia, África y América Latina. Unos 1,1 mil millones de individuos recurren al carbón, sobre todo en China, India e Indonesia, donde representa una fuente de energía económica y fácilmente accesible. El uso de leña y carbón para cocinar y calentarse provoca contaminación tanto en interiores como en exteriores y conlleva graves riesgos para la salud.
La OMS estima que cada año mueren 4 millones de personas por estas causas. La contaminación atmosférica derivada de la combustión de estos materiales contribuye al cambio climático, produciendo grandes cantidades de CO₂, partículas finas (PM2.5), óxidos de nitrógeno (NOx) y monóxido de carbono (CO).
Si bien la energía renovable desempeña un papel central en la transformación verde, a corto y medio plazo será necesaria también la adopción de fuentes de energía fósil menos contaminantes. El GLP (Gas Licuado de Petróleo) se presenta como un recurso clave para reducir las emisiones, tanto en el uso doméstico e industrial en zonas no conectadas a la red de gas natural, como en el transporte.
El GLP es una fuente de energía fósil que puede obtenerse tanto como subproducto de la refinación del petróleo como durante el procesamiento del gas natural.
Aunque no se trata de una fuente renovable, emite menos CO₂ que el petróleo y el carbón, por lo que es un combustible más limpio. Con un bajo porcentaje de azufre, metano y otras impurezas, ofrece ventajas significativas en términos de calidad del aire y reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En la transición ecológica, el GLP se considera una solución puente que permite una reducción inmediata de las emisiones en sectores difíciles de descarbonizar rápidamente. Sin embargo, para maximizar su potencial, es necesaria la integración de las tecnologías más modernas.
En contextos de extrema pobreza como en África, Asia y Sudamérica, el acceso a la energía eléctrica a costes asequibles no es todavía posible y las funciones necesarias para la supervivencia se garantizan mediante combustibles de altas emisiones contaminantes como la leña, el carbón y el estiércol seco.
La electrónica y lo digital pueden posibilitar la sustitución de estas materias primas de alto impacto por el GLP. Un nuevo modelo de negocio, por ejemplo, prevé el suministro en comodato de bombonas telecontroladas que permiten la dispensación de gas en función del crédito precomprado.
Son 2,4 mil millones de personas las que hoy en día queman materiales peligrosos, poniendo en riesgo su salud y contaminando la atmósfera. En cambio, con el GLP pueden adoptar un modelo fácil y seguro, comprando incluso pequeñas cantidades de gas mediante micropagos a través de aplicaciones, e incluso como remesas económicas enviadas por amigos y familiares emigrados lejos de casa.
El GLP se utiliza allí donde la red de gas natural no llega y requiere una gestión precisa de los datos garantizada por el Internet de las Cosas (IoT). Los dispositivos IoT y la inteligencia artificial monitorizan y controlan todo el ciclo de vida del GLP, desde la producción hasta la distribución y hasta el consumo final.
De este modo, es posible recopilar datos en tiempo real, detectar fallos antes de que se vuelvan críticos y optimizar la logística de los suministros aprovechando la inteligencia artificial, para prever automáticamente con precisión los consumos, las compras y los desplazamientos para el abastecimiento.
En el sector del transporte, la tecnología convierte al GLP en una opción más sostenible. Los vehículos a GLP, gracias a su menor impacto medioambiental en comparación con los que funcionan con gasolina o diésel, son ya una realidad consolidada.
Los avances en los motores de GLP han mejorado el rendimiento, reduciendo las emisiones de CO₂ y aumentando la eficiencia energética. Además, la integración del biocombustible rDME, una variante renovable del GLP producida a partir de biomasa, está ganando terreno: puede reducir prácticamente a cero las emisiones de CO₂, haciendo que los vehículos sean casi “neutros” en cuanto a emisiones de carbono.
En Europa se están difundiendo las estaciones de repostaje para vehículos pesados y autobuses.
En los sectores residencial e industrial, la adopción de tecnologías avanzadas para la calefacción con GLP favorece la transición hacia un futuro más sostenible.
Las calderas de GLP son cada vez más eficientes gracias a la tecnología de condensación, que aprovecha el calor latente de los gases de escape para calentar aún más el aire.
La integración de soluciones inteligentes, como los termostatos conectados y los sistemas de gestión energética del hogar, permite optimizar el uso del GLP, ahorrar energía y reducir el despilfarro.
Monitorizar y gestionar el consumo energético de forma inteligente es fundamental para reducir las emisiones y mejorar la eficiencia.
Aton es una Sociedad de Beneficio Común, certificada B Corp. La sensibilidad hacia los temas medioambientales y sociales parece en contraste ético con el negocio en el sector fósil del “Oil”. En realidad, es precisamente en los mercados de mayor impacto donde las tecnologías digitales y la innovación pueden marcar la diferencia.
Ayudar a las empresas del sector en la transición digital y verde significa obtener resultados relevantes también a corto plazo, racionalizando las cadenas de suministro, los consumos y la transformación hacia materias primas menos contaminantes.
La inteligencia artificial de Aton, integrada en la plataforma .one AI, está diseñada para que el GLP pueda aportar la máxima contribución a la reducción del impacto:
De este modo, incluso el sector de la energía puede transformarse en un catalizador de cambio positivo, uniendo progreso social e innovación tecnológica.